¿Amputación como opción?

Así es, los gatos rasguñan, rasguñan para liberar estrés, rasguñan para marcar territorio y ejercitar los músculos. Las uñas les ayuda a caminar por superficies estrechas y altas. Estas filosas compañeras son una parte importante de su cuerpo, pero en ocasiones se pueden convertir en nuestra peor pesadilla cuando se meten con nuestras cortinas, sillón o peor aún nuestra piel. En ese momento podemos pensar que la única solución es “quitarle las uñas al gato”, también conocida como desungulación.

La Desungulación es un proceso quirúrgico muy doloroso, consiste en amputar el último hueso de su patita, que es donde crece la uña, se corta el tendón, el ligamento que sostiene la uña y la carne que rodea la zona. Todo eso aunado a despertar solo, sin ninguna cara familiar, y en un lugar desconocido, constituyen la peor escena de una película de terror.

Cuando son dados de alta en el hospital, durante la recuperación se pueden llegar a presentar complicaciones, y si cicatrizan “bien” tienen que aprender a caminar otra vez y en algunos casos pueden llegar a tener cojera permanente en alguna de sus patitas.

Después de todo ese proceso traumático, no esperes tener un gatito feliz. La mayoría empiezan a presentar comportamientos raros, como orinar en todos lados menos en el arenero.

Ya sabiendo esto ¿aún piensas que “quitarle las uñas” es una opción?, esperemos que no y si ahora te estas preocupando por las personas que a sabiendas de esto o por ignorancia la siguen contemplando como una opción viable, quédate tranquilo, ya que actualmente la mayoría de los médicos veterinarios se niegan a realizarla por ser un acto cruel.

Así que si tu gatito ya rompió tus cortinas favoritas, convirtió en una bola de hilo el mantel que hizo tu abuela y tu piel ya tiene más rayas que una cebra… no entres en pánico, busca otra solución, por ejemplo comprar un rascador, juguetes llamativos o mejor aún ayuda de un especialista en comportamiento animal.